Alejandra María y Diego Fernando Ochoa López
Nacidos el 6 de mayo de 1978
(Hijos mellizos, hermanos incondicionales, padres, amigos y amantes de la vida)
Víctimas de la masacre del 16 de mayo de 1998 en Barrancabermeja, Santander
“Mi mamita era una mujer hermosa… era la mejor mamá
Era muy linda, muy creativa y también muy comprehensiva con toda la familia.
Mamita, si estuvieras aquí te diría:
Es lindo que alguien te quiera y tener a alguien con quien compartir.
Alguien a quien ayudar, alguien a quien respetar y querer,
pero sobre todas las cosas, alguien a quien amar…
Te quiero.”
“P.D. Mamita, usted soñaba con que yo fuera un buen estudiante y deseaba que llegara a ser un profesional. Con ayuda de Dios y con la compañía suya, desde el cielo, voy a complacer ese anhelo.”[1]
Testimonio de sus familiares[2]:
Vivencia de los hechos
Doña Luz Marina (madre):
Ese día Diego se encontraba con sus amigos en un sitio cercano a su casa celebrando el cumpleaños de alguno con su grupo de amigos, entre ellos el ‘Surdo’. Al parecer, alguien les advirtió que se fueran de allí porque por ahí andaba el ejército, pero Diego contestó: ¡No, por qué. Si no debemos nada! Se quedaron tomando trago, celebrando y divirtiéndose sin temor alguno porque, de verdad, no debían nada. En ese momento llegó Alejandra a la casa con su hijo. Venían del trabajo, así que nos saludo, dejó a mi nieto con nosotros y salió a buscar a Diego. Y ahí sucedió lo que todos ya saben… incursionaron violentamente hombres fuertemente armados, con sus rostros cubiertos, uniformados con prendas de la Fuerza Pública y, algunos, incluso llevaban puesto unos chalecos antibalas con las siglas del DAS en la espalda.
Tomaron a Diego y se lo llevaron. Alejandra, muy valiente, les dijo que no se llevaran a su hermano y que, si se lo iban a llevar a él, entonces que también la llevaran a ella, y así fue…
Yo salí de la casa y alguien me dijo, “Doña Marina, se llevaron a sus hijos”. Yo no entendía bien. Supuse que por tratarse de Diego, era un problema con sus documentos y que se solucionaría si mostraba que éstos estaban en orden, pero no entendía por qué se habían llevado también a Alejandra. Yo no me imaginaba lo que les estaba pasando a mis hijos…
Doña Luz Marina López (madre):
“Mis hijos eran muy amistosos, alegres, y enamorados de la vida, ambos se adoraban. Y prueba de ello es la muestra de amor de mi hija. Los perdimos a ambos a la vez, en el mismo hecho, ella no quiso dejarlo y entregó su vida, nacieron juntos y permanecieron juntos incondicionalmente, para siempre.
Eran personas trabajadoras, pero a la vez fiesteras, les gustaba bailar y escuchar música. Alejandra nació primero y después Diego. Me enteré que venían dos bebes en el hospital cuando fue la hora de tenerlos. Lo supe apenas el médico me preguntó si alguien en mi familia había tenido dos bebes en un solo embarazo ¡Fue algo sorpresivo! Le contesté, “sí, mi hermana” Y el médico me dijo: ‘entonces váyanse por más ropita porque son dos’. Y entonces se asomó Alejandrita y, una hora después, Dieguito. Me sentí muy alegre, mis bebes eran gorditos y bonitos, muy tranquilos y muy sanos, excepto la niña, que sufrió un poquito de asma.
Ella era una muchacha muy blanca, bonita y cariñosa; medianamente alta, de cabello largo y rizado, de pestañas largas y ojos grandes… muy alegre, nunca se aburría, le encantaba bailar y pasar tiempo con su hijo; me acuerdo que eventualmente llegaba a la casa y me decía: ¡mami, alístese que nos vamos a una fiesta! y salíamos las dos todas ‘emperifolladas’; también era una mujer muy trabajadora.
Él era un chico alto de ojos azueles, muy trabajador y emprendedor… muy elegante, tenía muchas enamoradas por ahí. Fue un poquito dormido para el estudio, pero de todas formas un buen muchacho. Encantador, detallista y amiguero.
José Giovanni (hermano): “Yo me acuerdo que una vez estaba toda la familia reunida y Diego se emborrachó, se durmió y con unos tíos lo agarramos, le pintamos toda la cara y le tomamos fotos, ¡cómo nos reímos ese día!”…
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[1] Véase capítulo Alejandra María y Diego Fernando Ochoa López. (2008) Sin volver ni haberse ido. A los familiares de las víctimas luego de 10 años de dolor, espera e impunidad. Carta de Jefferson Franco Ochoa a su madre.
[2] Véase capítulo Alejandra María y Diego Fernando Ochoa López. (2008) Sin volver ni haberse ido. A los familiares de las víctimas luego de 10 años de dolor, espera e impunidad.