Yesid Polanco Ceveriche
Yesid Polanco Ceveriche
(Desaparecido hace 17 años, cuando tenía 37 años de edad)
Yesid Polanco nació el 31 de agosto del año de 1962 en el barrio Palmira de la ciudad de Barrancabermeja. Su núcleo familiar se conformaba por sus padres, los señores Elsa Isabel Ceveriche Zolá y José Tomás Polanco Ortega, así como por sus hermanos Rodolfo, Visitación y Raquel Polanco Ceveriche –por parte de ambos padres– y José Luis Polanco –por parte exclusiva de su padre–.
Por medio de los recuerdos de su hermana se vislumbra una infancia atravesada por los juegos, el estudio y los continuos viajes a la finca, en el marco de un ambiente familiar, tranquilo y humilde. Gratamente se recuerdan aquellas épocas en las que su padre trabajaba en Ecopetrol y podía llevar a sus hijos a una cooperativa que vendía juguetes, para que cada uno escogiera lo que quisiera. Allí, Yesid buscaba pistolas de agua y toda clase de aviones y carros. En realidad, le gustaba cualquier juguete que pudiera rodar en el cemento, el agua y los pastos de la casa y la finca donde creció. En las propias palabras de Visitación se dibuja un pequeño inquieto con ganas de conocer el mundo que lo rodeaba: “Desde pequeño ya era curioso con las máquinas, no le gustaba estarse quieto, armando y desarmando lo que encontrara”.
Yesid estudió su primaria en el colegio industrial, pero perdió un año y tuvo que salir de allí para recuperarlo y ganar así el derecho de volver a las escuelas que pagaba Ecopetrol. De esta forma, regresó al colegio Industrial y cursó hasta tercero de bachillerato, momento en el cual decide retirarse del colegio definitivamente. Sus hermanos lo recuerdan como una persona muy activa y disciplinada para alcanzar lo que se proponía, tanto así que, a sus 9 años de edad, cuando cursaba 4º de primaria, quería adelantarse y decidió hacer 2 años en uno. Por ello, en la mañana cursaba cuarto y en la tarde, en otro colegio llamado Santa Cecilia, hacía quinto de primaria.
Así pues, tras retirarse del colegio Yesid se dedicó a su familia. Pasaba largos periodos en la finca que tenía su padre, en la vereda Bizcania alta en Cimacota, acompañando las labores que sus padres realizaban allí. A él y a sus hermanos les encantaban los caballos, los montaban todo el día y se iban a recorrer los cultivos de plátano junto a su padre.
Con el correr del tiempo Yesid tuvo a su primera hija Diana, fruto de la relación que mantenía con Andrea Jaraba, a la edad de tan solo 17 años. Así pues, impulsado por ese hogar que estaba formando y por sus ganas de trabajar, a los 19 años decidió convertirse en soldador para lo cual ingresó a estudiar al Sena a sus 19 años. A partir de ahí, este sería su oficio. Más adelante, él formó un hogar con Gladys Sabedra, su esposa, con quien tuvo 2 hijas: Angie Melissa y Ángela Isabel. Con ellas vivió hasta el día de su desaparición.
Por su nuevo trabajo, Yesid tenía que viajar constantemente recorriendo los Llanos Orientales, la Costa Caribe, la Sabana de Bogotá y todo el Magdalena Medio como ayudante de soldadura. Aunque estuviese lejos, siempre lograba mantener contacto con su familia, sus hijas y su mujer. Los llamaba constantemente para contarles lo que vivía en su día a día de trabajo y estaba pendiente de las cosas que pasaban con sus seres queridos. Fue precisamente cuando pasaron varios días sin que Yesid llamara, que su esposa y sus hermanos sospecharon que algo le había pasado e iniciaron su búsqueda, siendo él extrañado sobre todo por sus padres.
[Foto de su hija menor]
Yesid: hermano, padre y amigo
Visitación y Yesid desde niños fueron muy unidos, ella era menor que él por dos años disfrutaba jugar todo el tiempo con Yesid y sus amigos. Desde ahí, él la protegía y la acompañaba a donde fuera: “Yesid era muy celoso con uno, siempre vivía pendiente de mí y después cuando nació Raquel, lo mismo, como que nos cuidaba y se preocupaba todo el tiempo por nosotras” –como lo recuerda su hermana–.
Yesid era amante de la música tropical, en especial de la salsa y el vallenato. Dos de sus canciones favoritas eran La vaca y el toro y El hijo de mamá de Diomedes Díaz. También acostumbraba a salir de fiesta, o salir a tomarse algo con amigos. Era muy extrovertido y en palabras de sus seres cercanos: era “toma pelo”, no se acongojaba fácilmente y aunque en ocasiones se le volara la piedra y fuera “medio cascarrabias”, casi siempre se le veía alegre, “en cualquier momento le daban esos arranques de locura para que uno se riera: prendía el equipo, ponía algún vallenato y nos sacaba a bailar” –recuerda su hermana–. Comenta Visitación:
“A Yesid jamás le gustó la política, de hecho le decía siempre a su hermano Rodolfo, quién si era cercano al trabajo con la política, que dejará eso, que de ahí no se sacaba nada, le decía que el trabajo era lo importante y que no perdiera el tiempo con la política”
Todos los que lo conocieron le reconocen que era muy trabajador, siempre estaba haciendo algo y aprendiendo cómo resolver lo que se le dificultara. Su hermana Visitación recuerda que así fueron educados por sus padres, pues ellos siempre los animaban a la disciplina, para que estudiaran y trabajaran, y que terminaran todo lo que hubiesen iniciado. Ese es el mayor regalo que les deja Yesid a sus 3 hijas: “el perrenque y las ganas de hacer las cosas ya y no dejarlas para después”, “era un luchador que no le tuvo miedo a enfrentarse a la vida” –dice Visitación–.
A su paso, Yesid dejó muchos amigos por todas partes, era una persona dispuesta a ayudar a quien lo necesitara, que no le gustaba que hicieran las cosas por él, al contrario, él tomaba la iniciativa, ofrecía su ayuda y colaboraba en cualquier necesidad que algún amigo tuviera. “Se quitaba el bocado de la boca para darles a sus amigos”, dice Visitación. Algunos amigos con cariño lo llamaban “Caregallo” pues a Yesid se le ponía la cara muy roja cuando duraba horas trabajando bajo el sol, este apodo se hizo muy popular y aún hoy lo recuerdan así cuando preguntan por él. Reconstruyendo sus memorias, se recuerda gratamente como un día Yesid le regalo un par de zapatos a un amigo al que estimaba mucho. Aún después de su desaparición, el conserva dichos zapatos, pues considera que es el único recuerdo material que tiene de él y no solo material, pues estos zapatos tienen con él 17 años, cargados de experiencias y recuerdos que aún le sacan lágrimas a su gran amigo.
Su desaparición
Fueron los amigos los que hicieron las primeras investigaciones sobre su desaparición, y quienes han estado pendientes de cualquier información para dar con su paradero. En ocasiones que se encuentran con algún familiar de Yesid, comparten recuerdos y se acompañan en el dolor que todavía les genera no poder estar más con su amigo Yesid. Cuentan sus amigos, que todo se dio una noche de sábado en Cimitarra, Santander. Estaba allí puesto que un amigo lo había recomendado para un trabajo como soldador en aquella región. Yesid ya había presentado los papeles correspondientes y comenzaría su labor el lunes.
Se desarrollaba un evento cultural sobre el día del idioma en el parque central de Cimitarra, al cual Yesid asistió muy elegante. No obstante, en la madrugada cerca de la 1am se presentó un altercado entre un amigo de Yesid y varios hombres presentes en el parque. Él entró en la pelea por defender a su amigo y golpeó a un hombre, señalado de ser uno de los paramilitares más fuertes de la región. A partir de esto se generan diferentes versiones sobre lo que pasó después con Yesid. Algunos aseguran que lo montaron a la fuerza en una camioneta y que le dieron un tiro de gracia, otros dicen que lo lanzaron a un río y otros que lo lanzaron ante unos caimanes. Esa sería la última vez que los amigos vieron a Yesid. Ellos iniciaron las indagaciones para saber qué había pasado con su amigo, y cuando la sospecha de desaparición tomó fuerza, decidieron llamar a la esposa e informar lo que había pasado.
Sus huellas no se han borrado de los corazones de sus familiares y amigos, los valores que aprendió de sus padres y transmitió a sus hijas, y por lo cuales se caracterizó, aún viven en la memoria de todos los que tuvieron la satisfacción de conocerlo.